Bebo de ti como si la vida dependiera de ello. La vida y no mi vida, que nada tiene que ver con la hambruna mundial. Creo sinceramente que la salvación del pueblo recae en la profundidad de tus embestidas. Pero yo no, yo no tengo nada que ver en esto. Soy un instrumento de Dios, lo juro. El calor que generas en mí está íntimamente ligado con el big bang y con el color de la manzana que Eva nunca terminó de masticar. La fuente en la que me convierto cuando besas mis senos alimenta al Éufrates, al Tigris, al Nilo y a cuarenta y cinco de las ciento ochenta peceras que existen en los consultorios médicos de la localidad. Vienes y me lleno de la ceguera lechosa que Saramago robó.
El todo y la nada existen en ti: todo cuando estás dentro, nada hasta la orilla de la cama o muere ahogado en la sopa del encuentro.
El todo y la nada existen en ti: todo cuando estás dentro, nada hasta la orilla de la cama o muere ahogado en la sopa del encuentro.
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